A menudo escuchamos hablar de ergonomía y de que tal o cual utensilio es ergonómico. La Real Academia Española define ergonomía como “Estudio de la adaptación de las máquinas, muebles y utensilios a la persona que los emplea habitualmente, para lograr una mayor comodidad y eficacia.”. Y para el término ergonómico “Dicho de un utensilio, de un mueble o de una máquina: Adaptados a las condiciones fisiológicas del usuario.” De estas definiciones se desprende la importancia de la ergonomía para la salud y que también se traduce en mejor economía (menor gasto sanitario, menos bajas laborales, etc.).

La ergonomía se ha ligado tradicionalmente al trabajo, pero es indispensable en cualquier actividad, tanto en casa como en el puesto de trabajo. Yo paso muchas horas delante de mi pantalla y desde hace varios años las sillas ergonómicas las considero muy importantes. Lo mismo puede decirse de las mesas de ordenador, que sean suficientemente grandes como para trabajar con amplitud y que, además, sean regulables en altura. El mobiliario ha de ser regulable para que se adapte a nuestras medidas y no al revés. Quizás tu trabajo no tenga que ver con los ordenadores, pero seguro que en casa el PC forma parte de tu ocio, por lo que la ergonomía sigue siendo importante en el hogar.

La ergonomía no solo habla de utensilios o aparatos que puedan adaptarse a la complexión de un individuo. También trata de cómo realizar determinados trabajos de forma cómoda y evitar lesiones. Dichas lesiones pueden ser provocadas por una sola acción o por mantener una mala postura en repetidas ocasiones. Por ejemplo para levantar un peso lo más adecuado es situarse cerca de la carga, flexionar las piernas con la espalda recta y coger la carga con las dos manos, para después levantarse suavemente y avanzar sin brusquedad.

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